LA BATALLA DE IWO JIMA 1945

Basado en las reglas de juegos NAC



INTRODUCCIÓN HISTÓRICA

Batalla de Iwo Jima, una de las batallas más sangrientas de la campaña del Pacífico durante la II Guerra Mundial, que tuvo lugar en febrero y marzo de 1945 en la isla de Iwo Jima. Más de 6.000 soldados de infantería de Marina de Estados Unidos perdieron su vida para arrebatar la isla a los japoneses; las bajas japonesas se calcularon en unos 20.000 hombres. La conquista de la isla proporcionó a las unidades de aviación estadounidenses la primera base dentro del sistema de defensa interior japonés, desde donde atacar el corazón de la industria del Japón mediante bombarderos escoltados por cazas.

Antes de que se produjera la verdadera invasión, el 19 de febrero, la isla estuvo sometida (durante tres meses) a bombardeos por aire y mar. A pesar del ataque previo a la invasión, aún había algunos japoneses firmemente atrincherados en fortificaciones subterráneas, excavadas en el blando suelo volcánico. Los marines se hicieron con la isla después de un mes de lucha encarnizada. El monte Suribachi, el punto más alto de la isla y un importante puesto de defensa, fue tomado el 23 de febrero. El 16 de marzo se declaró, de forma oficial, el final de la campaña.


Bandera estadounidense en Iwo Jima

Ésta fue la primera bandera de Estados Unidos que ondeó en Iwo Jima después de la derrota de las fuerzas japonesas en la batalla librada en esta isla durante la II Guerra Mundial. 

La batalla de Iwo Jima

La conquista de Iwo Jima fue una de las últimas batallas libradas en la campaña del Pacífico durante la II Guerra Mundial. Durante febrero y marzo de 1945 fallecieron unos 6.000 soldados estadounidenses y 20.000 japoneses en la lucha por el control de la isla.

Estrategia del mando militar japonés

Tras la Batalla del Golfo de Leyte en octubre 1944, las pérdidas de la armada japonesa dejaron la flota sin capacidad ofensiva. Por su parte, los submarinos norteamericanos habían hundido durante los dos últimos años prácticamente toda la flota mercante japonesa. Por mar, Japón ya no podía ni atacar a la flota enemiga ni abastecer a las tropas que tenía fuera de su archipiélago.

Estas circunstancias llevaron a comprender a una parte del alto mando japonés que la guerra la tenía definitivamente perdida, optando por reorientar la estrategia de las operaciones en aras de alcanzar un acuerdo de paz honrosa con los Estados Unidos que preservase, al menos, en el aspecto político el carácter divino institucional del emperador.

Para ello los japoneses esperaban que acentuando la resistencia en los territorios insulares patrios, y que iban cediendo progresivamente ante el avance aliado, podrían alterar el objetivo norteamericano de forzar la rendición incondicional de Japón haciéndoles ver el enorme coste que supondría el desembarco en el archipiélago japonés, acción que debía parecer solo realizable tras conquistar el último palmo de terreno y eliminar hasta al último combatiente nipón. Esta actitud sería una de las razones esgrimidas por el general Groves y Truman para asestar un ataque atómico al Japón.

Iwo Jima, una isla cuyo único valor residía en las pistas de aterrizaje, sería el lugar simbólico para la puesta en escena de esta nueva estrategia ya que los japoneses adivinaron asertivamente que esta isla debía de ser el próximo objetivo en ser atacado.

Preparativos en la isla

El alto mando japonés decide relevar al comandante a cargo de las defensas de la isla y decide colocar a Tadamichi Kuribayashi para que verifique en terreno las defensas y que además planifique la forma de que esta isla tenga un alto costo en vidas para el enemigo durante su conquista. Bajo las órdenes del teniente general Tadamichi Kuribayashi, se procedió a la evacuación de los 1.000 civiles que habitaban Iwo Jima dedicados al refinado de azufre y se reforzó la guarnición con 21.000 soldados equipados básicamente con fusiles, bombas de mano, ametralladoras y artillería de medio y corto alcance, especialmente morteros, y además, algunos tanques ligeros. Aunque el suministro de munición fue abundante, las provisiones en víveres y agua resultarían insuficientes. Tadamichi Kuribayashi, hace un sustancial cambio en los emplazamientos defensivos de la isla. Además les hace ver a sus subordinados que nadie de los que están en la isla volverán con vida a territorio patrio. La defensa de la isla es hasta el último soldado imperial y Tadamichi Kuribayashi hará que cada vida inmolada sea muy cara para el enemigo.

Construcción de fortificaciones

La tropa que inicialmente había construido defensas y trincheras en el sector playero, comenzó a construir innumerables fortines tanto en las pocas zonas llanas como en las laderas y en las cumbres de los montículos, en las vertientes de los barrancos y de las simas.

La poca dureza de la piedra volcánica les permitió horadar con gran facilidad profundos túneles con los que diseñaron una red de galerías al estilo vietnamita y refugios donde protegerse de los duros bombardeos a los que serían sometidos, así como para comunicar entre sí las posiciones de defensa permitiendo una retirada a cubierto de una fortificación destruida a otra que defender. El monte Suribachi fue horadado con innumerables galerías.

Para aumentar la resistencia de los materiales volcánicos emplearon cemento llegado en cargueros junto con numeroso material de construcción como picos y palas y que mezclado con la ceniza de lava daba una excelente consistencia a los reductos.

Los fortines y posiciones fueron construidos con especial atención de que no hubiese ángulos muertos para que todo reducto atacado pudiese ser defendido con la ayuda de los puestos vecinos. El general Kuribayashi, de familia aristócrata samurai, prohibió expresamente a las tropas la táctica de combate banzai, es decir, el asalto frontal o a pecho descubierto y que hasta entonces había sido utilizado ampliamente por el soldado japonés. De ésta manera se esperaba forzar la combatividad de los marines norteamericanos al obligarles a tener que penetrar en cada posición fortificada para desalojar a los defensores y exponerles moralmente a la visión desalentadora de los cuerpos de los caídos que se habrían de acumular en el intento.

Estrategia del mando militar estadounidense

El mando de Estados Unidos planificó con antelación las operaciones de invasión de la isla disponiendo en su dirección al general Holland Smith. Para entonces, la industria militar estadounidense ya había alcanzado cotas formidables de productividad lo que permitió disponer de una fuerza con abundante equipamiento y apoyo. Mientras, por un lado, se procedió al bloqueo naval de la isla mediante submarinos que impedían el suministro por mar de los defensores, por otro, a partir de junio de 1944 comenzaron los bombardeos regulares de la isla, primero desde acorazados próximos y después mediante oleadas de bombarderos desde las bases de las islas Marianas.

Para el asalto definitivo se reunió una escuadra compuesta por cerca de 500 navíos, entre ellos 12 portaaviones y 6 acorazados, y formada por 250.000 hombres, de los cuales 70.000 eran marines distribuidos en 3 divisiones, fuerzas todas ellas veteranas de la guerra del Pacífico.

La operación bautizada como Detachment o "Aislamiento", preveía tomar el control de la isla en un máximo de 10 días.

Desarrollo de las operaciones

El desembarco: preliminares, despliegue y castigo japonés

Bombardeo previo a la invasión de la isla en una imagen tomada el 17/2/45. En primer plano, el monte Suribachi.

Bombardeo previo a la invasión de la isla en una imagen tomada el 17/2/45. En primer plano, el monte Suribachi

El mando estadounidense decidió el desembarco de las tropas de asalto a lo largo de los 3.000 metros de playa, la Red Beach, que desde el cono volcánico suroeste, del monte extinguido Suribachi de 170 metros de altura, se extiende hacia el noreste por la costa oriental. Toda la costa restante de la isla es rocosa y por entonces tampoco existía ninguna instalación portuaria.

Los acorazados de la flota norteamericana comenzaron los bombardeos preliminares con obuses de hasta 500 kilos a partir del 16 de febrero de que se prolongaron los días siguientes 17 y 18 ante las malas condiciones meteorológicas que impidieron las tentativas de bombardeo aéreo. Simultáneamente, comandos de submarinistas inspeccionaron la costa sumergida de la playa sin encontrar minas ni obstáculos.

Para el día 19 de febrero de 1945, lunes, ante la mejoría meteorológica se ordenó a los dragaminas realizar un último barrido del frente de la playa y sin encontrar artefacto alguno todos los cañones de la flota dispararon sobre la isla. Mientras tanto, oleadas de bombarderos lanzaron sus cargas de bombas y napalm. 

Lanchas lanzacohetes se acercaron a pocos metros de la playa, destrozando en profundidad los primeros cientos de metros longitudinales de costa. Poco después, a las 9:00 horas, las primeras lanchas de desembarco arribaron a la playa sin sufrir ataque alguno por la artillería japonesa. El mando japonés había previsto en su plan de defensa permitir el desembarco sin fuego de castigo y concentrar en su lugar el ataque, una vez los invasores hubieran penetrado en el interior, desde las posiciones del monte Suribachi.

Marines de la 5ª división en el atasco de la "Playa Roja" nº1. 19 de febrero de 1945.

Marines de la 5ª división en el atasco de la "Playa Roja" nº1. 19 de febrero de 1945.

Fue cuando desembarcaron las primeras unidades que los atacantes descubrieron entonces las características del terreno y las dificultades siguientes, aprovechadas por los japoneses, que les esperaban para impedir su progresión en la isla.

La playa estaba formada por terrazas de ceniza blanda de elevada pendiente hasta los cuatro metros de altura un terreno donde las botas de los infantes se hundían en el polvo o que provocaba que resbalasen al intentar trepar por las laderas, arrastrados por el peso del equipo. Tampoco los tractores y bulldozers previstos para abrir el camino lograron avanzar a la velocidad necesaria.

Para cuando una hora después del primer desembarco la playa se había convertido en el lugar de un atasco de marines, bulldozers, tanques, artillería, cajas de municiones y material; en ese momento de debilidad, asomaron su escondida artillería los japoneses y descargaron sus granadas sobre los pocos metros de anchura de la playa, ocasionando las primeras bajas y pérdida importante de material, la carnicería en la playa detuvo el avance americano.

Avance hacia el Suribachi

Efectivos de marines consiguieron no obstante avanzar bajo el fuego de los defensores y recorrer en media hora los 900 metros de distancia entre la playa de desembarco y la meseta al pie del Suribachi, alcanzando la costa oeste y completando la maniobra de aislamiento por tierra del monte que se encontraba protegido por una guarnición japonesa de 2.000 hombres. Los defensores se encontraban sin embargo comunicados por los túneles subterráneos con el resto de las fuerzas de la isla. Los primeros tanques norteamericanos llegaron a la costa oeste pocas horas después. Otras tropas que también habían conseguido salir del atolladero de la playa, a mediodía ya luchaban en el aeródromo situado más al sur. Pero aún había demasiados soldados y material en tan poco espacio, de modo que se suspendieron nuevos desembarcos. La constante era que las tropas que habían logrado avanzar, creyendo que habían despejado el terreno, veían salir una y otra vez japoneses desde sus incontables escondrijos, para atacarles desde la retaguardia. Al caer la noche, los destructores iluminaron la isla con sus bengalas para proteger a los marines de las previsibles incursiones nocturnas pero en lugar de ello, los japoneses optaron por emplear su artillería con mucha discreción para no descubrir sus emplazamientos.

A primeras horas del día 20 de febrero de 1945 se reanudaron los desembarcos de marines protegidos por el fuego de cobertura de la escuadra que bombardeó el monte Suribachi, logrando consolidar las posiciones en la meseta, entre el aeródromo situado al sur y el segundo, situado más al norte. A mediodía se ejecutó una nueva oleada de desembarco mientras que durante la noche se reprodujo la situación de la anterior.

Asalto del Suribachi: el episodio de la fotografía de Rosenthal

El día 21 de febrero de 1945 los estadounidenses lanzaron el asalto al monte Suribachi empleando morteros, minas y lanzallamas, pero logrando escasos avances. Tampoco se logró progresar en ese día en el sector de los aeródromos permaneciendo la situación al día siguiente, bajo la lluvia, en la que se comenzaron a dar relevo a las fuerzas que habían desembarcado el primer día.

esquema del plan de asalto estadounidense de Iwo Jima

Esquema del plan de asalto estadounidense de Iwo Jima

El día 23 de febrero sin embargo, ya con buen tiempo, los infantes de marina culminaron la escalada del Suribachi asaltado las posiciones a golpe de ametralladoras, bombas de mano y lanzallamas. Uno de ellos que llevaba una bandera de los EE.UU. en su mochila, la amarró con ayuda de un trozo de cañería de agua encontrada entre los escombros por otro compañero y junto a otros seis marines, la alzaron en la cumbre del monte. Poco después, llegaron dos corresponsales de guerra que fotografiaron el acto repetido esta vez. La fotografía de Rosenthal es considerada uno de los iconos de la Segunda Guerra Mundial, obteniendo el premio Pulitzer. Cuando desde los barcos vieron ondear la bandera, la saludaron eufóricos con sus sirenas considerando que el desembarco había tenido éxito. Sin embargo, el control completo de la isla por los estadounidenses no se alcanzó hasta un mes más tarde, el 26 de marzo de 1945 debido a las dificultades del terreno explotadas por estrategia de resistencia extrema de los defensores.

Los infantes de marina estadounidenses colocaron este estandarte en un delgado tubo cuando aún se hallaban bajo el fuego enemigo.

Batalla por el control total de la isla

Durante las semanas posteriores a la toma del Suribachi, la batalla se prolongó para el desalojo por parte de los estadounidenses de las posiciones japonesas en el marco del paisaje de cerros, quebradas y montículos, gargantas, hendiduras, hoyas y grietas de la isla que había sido sembrado de puestos defensivos fortificados por los japoneses.

Las posiciones habían sido dispuestas de manera que no sólo tenían ángulo de tiro orientado para proteger su propia situación sino también la de los fortines vecinos. En estas circunstancias de fuego cruzado, los marines atacantes veían cortado una y otra vez su avance tanto por el procedente del objetivo que querían reducir como también del procedente desde ángulos insospechados de otros fortines. Los marines también se encontraron con que las vías aptas para dejar paso a los vehículos se encontraban expertamente minadas.

Los estadounidenses debieron emplear su superioridad técnica para el avance y así, una vez que las unidades de ingenieros limpiaba los pasos minados, los bulldozers allanaban el paso a los vehículos, de artillería móvil y carros de combate, que avanzaban para la protección de la infantería.

El operativo logístico sanitario desplegado por los estadounidenses resultó de gran importancia ya que su sistema de comunicaciones permitió procurar la ayuda efectiva necesaria a los caídos por parte del cuerpo de sanitarios, que tuvieron no obstante que dar muestras de valentía arriesgándose por rescatar a los heridos que luchaban por vivir, mientras los adversarios japoneses luchaban con igual valentía sin rendirse, como les habían solicitado sus superiores, hasta la muerte. Hubieron algunos casos aislados de reciprocidad humanitaria hacia los caídos.

El transcurso de la batalla del 24 de febrero al 26 de marzo de 1945 repitió el mismo escenario de enfrentamiento: tras limpiar de minas del campo por el que avanzaban los marines, éstos identificaban la localización de la fortificación que hostigaba su avance, solicitando a la artillería el barrido de la posición japonesa emplazada a pocos metros delante de ellos.

Una vez terminado el castigo artillero, se desarrollaba una competición entre defensores y atacantes por alcanzar antes que el contrario la posición bombardeada. Para los japoneses esto suponía tener que recuperar rápidamente la posición de contraataque del arma dispuesta a la entrada del fortín, apresurándose desde el refugio subterráneo donde se protegían del bombardeo. Para los marines, debían lanzarse desde las posiciones de repliegue del fuego amigo artillero al rápido asalto de la boca del fortín, desde donde lanzar a tiempo para sus bombas de mano o emplear su lanzallamas para neutralizar a los defensores en el túnel de acceso.

Fin de la batalla

En la noche del 25 de marzo de 1945, un grupo de unos 300 soldados japoneses sobrevivientes, comandados por Tadamichi Kuribayashi se lanzaron en un contraataque Banzai final contra las posiciones de los estadounidenses en torno al segundo de los campos de aviación al norte de la isla, enfrentándose en cuerpo a cuerpo con marines del 5º batallón, ingenieros de los seabees y pilotos de aviación hasta el amanecer. Esta última acción supuso la muerte de todos los japoneses y causó 100 muertos y 200 heridos entre los estadounidenses. El cuerpo de Tadamichi Kuribayashi nunca fue encontrado. Al día siguiente, el alto mando de los EE.UU. declaró la isla de Iwo Jima bajo el control definitivo de sus fuerzas.

Víctimas

A término de los 36 días de la batalla de Iwo Jima, se habían registrado por primera vez en el conflicto más bajas estadounidenses que japonesas.

Según el historiador Samuel E. Morison las fuerzas norteamericanas sufrieron 24.480 bajas de las cuales 4.197 fueron muertos directos por los enfrentamientos, 19.189 heridos y 418 desaparecidos. Posteriormente, 1.401 heridos fallecieron como consecuencia de las heridas recibidas.

Por parte japonesa, resultaron muertos 20.703 soldados, la práctica totalidad de los efectivos, entre los cuales estaba el comandante Kuribayashi, siendo hechos prisioneros únicamente 216 supervivientes.

Consecuencias

Uno de los objetivos por los que se libró la batalla se cumplió mientras ésta aún se libraba. Fue el 4 de marzo cuando una fortaleza volante B-29 que volvía averiada de su vuelo a Japón pudo salvarse aterrizando en el ya conquistado aeropuerto situado más al sur. Los Mustang no tardaron mucho en instalarse en la isla.

La extraordinaria tenacidad de la resistencia de los japoneses en la lucha inclinó la balanza a favor del lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki que forzaría la rendición incondicional del Imperio de Japón.


Sellos de la batalla

Enlaces importantes